“Durante cien años durmió la Bella. Un año tardó en
desperezarse tras el beso apasionado de su príncipe. Dos años le llevó vestirse
y cinco el desayuno. Todo lo había soportado sin quejas su real esposo hasta el
momento terrible en que , después de los catorce años de almuerzo, llegó la
hora de la siesta.”
Ana
María Shua
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