martes, 20 de septiembre de 2016

La biología incrustada en la escala geológica




A partir de la siguiente ilustración y comparándola con la escala geológica que hemos trabajado en prácticas, contesta a las siguientes preguntas:

1)     Escribe el nombre de los grupos de seres vivos señalados con las letras y di en cada caso en qué periodo geológico fueron más abundantes.

2) A partir de la escala de millones de años que hay a la derecha de la ilustración, di donde empieza y donde acaban las siguientes etapas: Precambrico, Paleozoico, Mesozoico y Cenozoico y nombra dos organismos, la situación de los continentes y un cambio ambiental típicos de cada una de estas etapas.

     3)   Elige uno de los siguientes cuatro periodos ( Jurásico, Terciario, Proterozoico, Carbonífero), sitúalo en el tiempo (franja de millones de años), clasifícalo en la escala geológica ( Eón/ era/ periodo) y a partir de la información del cuadro y del libro explica qué grupos de seres vivos predominaban en ese momento. 

    4) Elige una de las dos grandes extinciones y explica la época, los seres vivos que se extinguieron y las teorías sobre la causa de esta extinción. 



miércoles, 14 de septiembre de 2016

Una breve historia de casi todo



Así explica el autor de esta magnífica obra de divulgación científica cómo la visión de un dibujo con las capas de la tierra le sirvió de acicate para escribir este libro, a pesar de que él no tenía formación  científica. ¿ Qué te sugiere la lectura de esta introducción?

Mi punto de partida para escribir Una breve historia de casi todo fue, por si sirve de algo, un libro de ciencias del colegio que tuve cuando estaba en cuarto o quinto curso.  Era un libro de texto corriente de los años cincuenta, un libro maltratado, detestado, un mamotreto deprimente, pero tenía, casi al principio, una ilustración que sencillamente me cautivó: un diagrama de la Tierra, con un corte transversal, que permitía ver el interior tal y como lo verías si cortases el planeta con un cuchillo grande y retirases un trozo coque representase aproximadamente un cuarto de su masa.
Resulta difícil creer que no hubiese visto antes esa ilustración, pero es indiscutible que no la había visto porque recuerdo, con toda claridad, que me quedé transfigurado.(…) Mi atención se desvió poco a poco hacia la idea de que la Tierra estaba formada por capas diferentes y que terminaba en el centro con una esfera relumbrante de hierro y níquel, que estaba tan caliente como la superficie del Sol, según el pie de la ilustración. Recuerdo que pensé con asombro: ¿Y cómo saben eso?


No dudé ni siquiera un instante de la veracidad de la información-aún suelo confiar en lo que dicen los científicos, lo mismo que confío en lo que dicen los médicos, los fontaneros y otros profesionales que poseen información privilegiada y arcana-, pero no podía imaginar de ninguna manera cómo había podido llegar a saber una mente humana qué aspecto tenía y cómo estaba hecho lo que hay a lo largo de miles de kilómetros por debajo de nosotros, algo que ningún ojo había visto nunca y que ningunos rayos X podían atravesar. Para mí, aquello era sencillamente un milagro. Esa ha sido mi posición ante la ciencia desde entonces. Emocionado, me llevé el libro a casa aquella noche y lo abrí antes de cenar-un acto que yo esperaba que impulsase a mi madre a ponerme la mano en la frente y a preguntarme si me encontraba bien-.Lo abrí por la primera página y empecé a leer. Y ahí está el asunto. No tenía nada de emocionante. En realidad, era completamente incomprensible. Y sobre todo, no contestaba ninguno de los interrogantes que despertaba el dibujo en una inteligencia inquisitiva y normal:¿cómo acabamos con un Sol en medio de nuestro planeta y cómo saben a qué temperatura está? ; y si está ardiendo ahí abajo, ¿por qué no sentimos el calor de la tierra bajo nuestros pies ?;¿por qué no está fundiéndose el resto del interior?,¿o lo está?;y cuando el núcleo acabe consumiéndose, ¿se hundirá una parte de la Tierra en el hueco que deje, formándose un gigantesco sumidero en la superficie?;¿y cómo sabes eso?;¿y cómo llegaste a saberlo? Pero el autor se mantenía extrañamente silencioso respecto a esas cuestiones...De lo único que hablaba, en realidad, era de anticlinales, sinclinales, fallas axiales y demás. Era como si quisiese mantener en secreto lo bueno, haciendo que resultase todo sobriamente insondable. Con el paso de los años empecé a sospechar que no se trataba en absoluto de una cuestión personal. Parecía haber una conspiración mistificadora universal, entre los autores de libros de texto, para asegurar que el material con el que trabajaban nunca se acercase demasiado al  reino de lo medianamente interesante y estuviese siempre a una conferencia de larga distancia, como mínimo, de lo francamente interesante.
Luego, mucho después (debe de hacer unos cuatro o cinco años), en un largo vuelo a través del Pacífico, cuando miraba distraído por la ventanilla el mar iluminado por la Luna, me di cuenta, con una cierta contundencia incómoda, de que no sabía absolutamente nada sobre el único planeta donde iba a vivir. No tenía ni idea, por ejemplo, de porqué los mares son salados, pero los grandes lagos no. No tenía ni la más remota idea. No sabía si los mares estaban haciéndose más salados con el tiempo o menos. Ni si los niveles de salinidad del mar eran algo por lo que debería interesarme o no. Y la salinidad marina, por supuesto, sólo constituía una porción mínima de mi ignorancia. No sabía qué era un protón, o una proteína, no distinguía un quark de un cuásar, no entendía cómo podían mirar los geólogos un estrato rocoso, o la pared de un cañón, y decirte lo viejo que era...,no sabía nada, en realidad. 


Me sentí poseído por un ansia tranquila, insólita, pero insistente, de saber un poco de aquellas cuestiones y de entender sobre todo cómo llegaba la gente a saberlas. Eso era lo que más me asombraba: cómo descubrían las cosas los científicos. Cómo sabe alguien cuánto pesa la Tierra, lo viejas que son sus rocas o qué es lo que hay realmente allá abajo en el centro. Cómo pueden saber cómo y cuándo empezó a existir el universo y cómo era cuando lo hizo. Cómo saben lo que pasa dentro del átomo. Y, ya puestos a preguntar-o quizá sobre todo, a reflexionar-, cómo pueden los científicos parecer saber a menudo casi todo, pero luego no ser capaces aún de predecir un terremoto o incluso de decirnos si debemos llevar el paraguas a las carreras el próximo miércoles. Así que decidí que dedicaría una parte de mi vida (tres años, al final) a leer libros y revistas y a buscar especialistas piadosos y pacientes, dispuestos a contestar a un montón de preguntas extraordinariamente tontas. La idea era ver si es o no posible entender y apreciar el prodigio y los logros de la ciencia a un nivel que no sea demasiado técnico o exigente, pero tampoco completamente superficial. Ésa fue mi idea y mi esperanza. Y eso es lo que se propone hacer este libro.

jueves, 8 de septiembre de 2016

No es posible representar el sistema solar a escala





Aquí un artículo donde se amplía el vídeo.

Después de ver el vídeo:
1) Apuntad cual sería la distancia de los planetas del sistema solar si el sol tuviera un metro y medio de diámetro.
2) ¿Cómo comprueban que la escala y las distancias que han calculado son correctas?
3) Elige alguna de las frases que se dicen al final del vídeo y escribe qué significan y qué te sugieren.
4) Añade alguna de las dimensiones o distancias comparativas que se muestran en los vídeos de "Distancias astronómicas" o "Alucinante comparación del tamaño de las estrellas".

miércoles, 7 de septiembre de 2016

La historia de la tierra comprimida en un año

“Durante cien años durmió la Bella. Un año tardó en desperezarse tras el beso apasionado de su príncipe. Dos años le llevó vestirse y cinco el desayuno. Todo lo había soportado sin quejas su real     esposo hasta el momento terrible en que , después de los catorce años de almuerzo, llegó la hora de la siesta.”                                                                                                                                 
                                                                                                                                   Ana María Shua



Una espiral que marea





Este es un fragmento de una novela ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Uno de los protagonistas es un adolescente que vive en un orfanato y que es muy habilidoso montando y repararando radios, un invento muy importante en aquella época. 


“Una noche Werner y Jutta sintonizan una emisión estridente en la que un joven habla sobre la luz en un francés suave y con acento.
“Niños, el cerebro está envuelto por una oscuridad total-dice la voz-Flota en un líquido transparente en el interior del cráneo y jamás recibe luz. Pero a pesar de eso, el mundo que construye en nuestra mente está lleno de luz, rebosante de colores y de movimiento. ¿Cómo puede ser que el cerebro, que jamás conoce una chispa de luz, construya en nuestro interior un mundo lleno de luces?”
(…) El francés habla ahora de ilusiones ópticas y electromagnetismo. Luego hace una pausa, se oye el repiqueteo de la estática como si se estuviera dando la vuelta a un disco y a continuación se pone a hablar con entusiasmo sobre el carbón. 
“Pensad en cualquiera de las brasas que veis en el interior de la estufa de vuestras casas. ¿os lo imagináis? En algún momento ese trozo de carbón fue una planta verde, un helecho o un junco vivo hace un millón de años, dos millones de años o cien millones de años. ¿Os imagináis lo que son cien millones de años?  A lo largo de la vida de esa planta, sus hojas absorbieron durante los veranos toda la luz que pudieron y transformaron la energía del sol en energía natural para generar su tronco, sus ramas y tallos. Y es que las plantas se alimentan de la luz igual que nosotros nos alimentamos de la comida. Luego esa planta murió y probablemente cayó en el agua, se transformó en musgo de esfagno y  el esfagno se hundió en la tierra durante años, durante eras frente a las que un mes , un año o toda vuestra vida no es más que un soplido, un chasquido de dedos. Finalmente el esfagno se petrificó y se convirtió en una piedra que alguien extrajo, y que más tarde el carbonero acercó hasta vuestra casa. Tal vez alguno de vosotros la puso en la estufa. Aquel antiguo rayo de sol  –aquella luz de hace cien millones de años–es la que calienta ahora vuestro hogar.”
El tiempo pasa más lento. El desván desaparece. Jutta desaparece. ¿Ha hablado alguien alguna vez de una manera tan íntima sobre las cosas que más le interesan a Werner?
“ Abrid los ojos –concluye el  hombre- y observad todo lo que podáis antes de cerrarlos para siempre.”

                                                              Fragmento de “ La luz que no puedes ver”  Anthony Doerr